Todos estuvieron de acuerdo: debían añadir un nuevo ídolo a la cosmovisión de la tribu. Si bien era cierto que no proporcionaba luz y calor como el dios-sol, ni alimento para sus hijos como la madre-tierra, nadie dudó en adorar a aquel artefacto volador que escribía mensajes en el cielo. Algún día, pensaban todos, sabremos leerlos.
Microrrelato escrito para participar en el concurso Minificciones.com.ar.
Escritora.
me gustó más el otro.
No pasa nada, a mí también :o) Es lo malo de comparar…
qué bien, el comentario lo escribí con verguenza. pero tu hiciste que se fuea verguenza y que llegara un poco de confianza!
Gracias
Es que es normal, no te preocupes. Si hubiera publicado uno solo, no hubiera pasado nada. Es la comparación lo que hace que uno se vea mejor que otro. Y de verguenza, nada! Sólo faltaba eso! :o)
A mi me gusto más éste, aunque no habría por qué elegir. Los dos hablan de la violencia en sentidos distintos, hay una violencia indudable, de la que habla el primero, y una violencia escondida, casi simbólica, que tiene que ver con las opiniones y creencias, y por qué no, con la unanimidad.
Felicitaciones por tus minirelatos.
Lorena, gracias por tu punto de vista, y bienvenida!