Venganza

Para practicar vudú, ponía en la caja. La madre miraba espantada al niño, y luego al juguete, al niño, y al juguete, alternativamente. No entendía nada. Pero hijo, ¿se puede saber para qué necesitas tú esto? Es que lo tienen todos los compañeros de clase. Pues no cuentes con que te lo compre… Pero mamá… Pero nada, nos vamos a casa, y punto, no quiero oírte una sola palabra más sobre la cosa ésta del vu… vudú, o lo que sea.

Aquella noche, el niño no pegó ojo. Herido en su orgullo, no se lo dijo a nadie. Cuando llegó cansado y ojeroso al colegio, notó que todos sus compañeros lo observaban, pero los despreció con su silencio. Él, considerado por todos el “matón” de la clase, jamás admitiría que una veintena de pinchazos intermitentes lo habían mantenido en vela toda una noche.

Microrrelato escrito para participar en el concurso ImaginArte Minificciones en Cadena. La frase de inicio debía ser “para practicar vudú“.

Última voluntad

Había aceptado cumplir el rol del muñeco, movido por una visión poética del suicidio. Con esa convicción fue clavando agujas en su propio cuerpo, mirando de reojo, entre perplejo y complacido, cómo se retorcía una pequeña réplica de sí mismo realizada para practicar vudú.

Microrrelato ganador en la 9ª quincena del concurso Imaginarte Minificciones en Cadena. La frase de inicio debía ser “había aceptado cumplir el rol del muñeco“.

Ser o no ser

Nada más morir, el abad benedictino pudo comprobar dos hechos fundamentales. Primero, que existe vida después de la muerte, cosa de la que nunca estuvo completamente seguro, y segundo, que es posible elegir la manera de vivirla. Desde entonces lleva siglos reencarnándose con el único objetivo de vengar su muerte primera, pero hasta el día de hoy no ha logrado encontrar a su asesino. Al fin tiene la certeza de tenerlo frente a él, pero no es capaz de reaccionar. “Te presento a mi padre”, le ha dicho su novia.
(Microrrelato escrito para la reunión de relatos sobre fantasmas y sucesos extraños del blog de Anónima Mente: diariodeanonimamente.blogspot.com)

Iniciación

Cuando el vampiro me convirtió en lo que soy, me faltaba muy poco para llegar a casa. Recuerdo que tenía las llaves en la mano cuando noté que alguien se abalanzaba sobre mí. No puedo evitar sonreír cada vez que lo pienso, pero creí que podría defenderme clavándoselas tan fuerte como me fuera posible. Ahora sé que mi estrategia no hubiera funcionado, pero debo reconocer que en aquella época yo era muy inocente.

Tras saciarse con mi sangre, el vampiro me ofreció su muñeca con una única instrucción: Bebe. No tuve otra elección. Nunca antes había sentido tanta sed. Creía conocer los síntomas por las películas que había visto, pero jamás pensé que fuese algo tan terrible, tan doloroso. El vampiro me leyó la mente y sonrió. “Hay muchas cosas que no son como las cuentan”, me dijo, “pero las irás descubriendo por ti mismo. Lo principal que debes saber, es que la luz del sol no puede hacernos daño, y que nuestros colmillos no dejan marcas de ningún tipo. Con esto te basta por ahora. Ya estás preparado para buscar alimento confundiéndote entre la gente”. Y así fue. No me dio más explicaciones, así que pienso actuar igual que él. Sólo te cuento esto para que sepas lo que te espera.

(Microrrelato participante en el VIII Certamen Internacional de Microcuento Fantástico miNatura 2010)