Dependiendo de la hora del día, desde mi casa se escuchan las conversaciones de los pájaros, la música de las cañerías, el fluir del tráfico, una gran variedad de monólogos ajenos y un pitido insistente que me acompaña cuando cierro la puerta y salgo a la calle, dejándolo todo bajo llave y en silencio: eso mismo me ocurre, exactamente, con tu voz.
Pareja
Horarios
Me gustan todas tus horas, pero te prefiero a las 07:10. Es entonces cuando abres los ojos y me miras como si el mundo empezara de nuevo.
El universo de ambos se expandió en un beso que empezó antes de producirse y se prolongó más allá de ellos mismos. El pasado y el futuro desaparecieron en ese instante y, desde entonces, ellos simplemente son.
Intermitentes
Se querían a ratos, y no siempre al mismo tiempo. A veces estaban juntos y tenían la mente a kilómetros de distancia. Otras, se pensaban desde lejos y les bastaba con imaginarse. En ocasiones se echaban de menos, pero no en el mismo momento. Y debido a estas circunstancias, no faltaba quien les advirtiera de que esa intermitencia no podía ser amor, pero a ellos les daba lo mismo. Daba igual cómo se llamara aquello que tenían, porque lo único cierto era que ya no podían no tenerse.
Temerarios
Conducían sus vidas en direcciones opuestas, así que el choque parecía inevitable. Sin embargo, y contra todo pronóstico, ambos redujeron su velocidad hasta encontrarse. Parados en el arcén, contemplan desde entonces cómo los demás pasan de largo unos de otros, y sonríen ante lo acertada que puede ser, a veces, la conducción temeraria.
Dosinda
Dosinda ya no siente hambre, ya no siente sed: solo siente amor. Se le agarra a las vísceras y le invade el cuerpo, la mente y hasta el espíritu. Las horas pasan lentas mientras ella deambula por la casa hasta que sus pies deciden pararse en seco y su memoria se revela incapaz de analizar hacia dónde iba, en busca de qué objeto entró en la habitación o por qué motivo salió de la cocina. Por eso ha empezado a fijar carteles en la vivienda. “Él no volverá” dice el de la entrada. “Límpiate los besos” le recuerda el del espejo. “Algún día volverán a abrazarte” le promete el del dormitorio.
Se venden carteles para corazones
- Bienvenido.
- Toque antes de entrar.
- Ni se alquila ni se vende.
- Circule con precaución.
- Cerrado por inventario.
- Próxima apertura.
Inventario de las cosas que no te dije
1. Te sienta bien la camisa azul.
2. La primera vez que te vi fingí indiferencia.
3. Desafinar no es una virtud.
4. Hablar contigo antes de dormir me hace feliz.
5. Aunque debamos despedirnos, sé que te quiero.
La casa de mis sueños
La casa de mis sueños no es grande, ni tiene jardín. Sus habitaciones son pequeñas y escasas, y desde ellas no se ve el mar. Está lejos de todas partes, no tiene garaje y los vecinos que la vigilan a todas horas nunca prestan el azúcar o la sal. Pero en la casa de mis sueños vives tú.
Obsolescencia programada
Dicen que el amor dura siete años, y que la vida de una persona no puede superar los ciento veintidós: tenemos tiempo suficiente para amarnos varias veces.