El domador hace desaparecer al león mientras realiza malabarismos con él sentado sobre un trapecio. La dificultad de este espectáculo que no supera los dos minutos de duración, queda normalmente recompensada con tres largos minutos de aplausos.
Rarezas
Enedina
Enedina no leía libros, pero sí analizaba rostros, y veía en ellos las más increíbles historias de amor, los mejores relatos de miedo y los sucesos más extraordinarios jamás contados. Por eso, y no por vanidad, se maquillaba tanto: para ofrecer las mejores páginas de su vida en el caso de que alguien más fuera capaz de leerlas.
Tiempo de perogrullos
—Aquí estamos.
—Sí, aquí estamos.
—Mañana no se sabe.
—No, no se sabe.
—El tiempo vuela.
—La verdad es que sí.
—Que sí qué.
—Eso, que el tiempo vuela.
—Sí, claro. Siempre lo he dicho.
—Y yo.
—Y no se recupera.
—No, no vuelve.
—Por eso no debemos malgastarlo.
—No, no debemos.
Límites
Lindo al Norte con tu impaciencia y con mis miedos; al Sur, con mis expectativas y las tuyas; al Este, con lo que podría haber sido y nunca fue; y al Oeste, con todo lo que no puedo evitar. Pero en el interior de mi parcela, mando yo.
Insulanos
La isla estaba hecha de viento: de las palabras que se llevaba, de las noticias que traía, de las voces efímeras de sus habitantes etéreos. Pero era tan hermosa, que parecía verdadera, y a ninguno de sus moradores le preocupaba que pudiera ser tan precaria como ellos.
Lapsus
Tal vez alguien te contó que nos quisimos. Se sabe que la mente crea recuerdos cuando una persona nos repite una historia durante mucho tiempo. Te dicen que algo sucedió de una u otra manera, y tú llegas a creer que estabas allí y que viviste esa situación aunque no fuera así. Por eso debes creerme: si te hubiese querido, no lo hubiera olvidado.
Poliopuestos
Amparados en las leyes de la Física, aquellos dos polos opuestos se atrajeron de manera inevitable, de igual forma y con el mismo magnetismo que ejercieron también sobre otros.
Detalles
Ayer te vi atravesar La Alameda y me extrañó que estuvieras en Los Sauces. Luego recordé que llevas varias semanas muerto, y no supe cómo reaccionar. Tal vez debí decírtelo entonces, pero no lo hice. Conociéndote, no quería que te llevaras el susto de tu muerte.
Dobles
Me han dicho que tengo un doble viviendo en el otro lado de la isla, y de vez en cuando me llegan noticias suyas. Me cuentan que está bien, que cambió de trabajo, que sigue viviendo en Los Llanos de Aridane. A veces me pregunto si también a ella le hablarán de mí, si sabrá lo que hago o lo que evito a toda costa. Me inquieta pensar que me considere su doble y no al contrario, o peor aún, que en el fondo no seamos más que dos partes de la misma cosa, que vivamos cada una en un lado de una isla simétrica, tan igual y tan diferente como los dos perfiles del rostro que al parecer compartimos.
Compañeros de piso
Desde hace años, conviven debajo de mi cama el Hombre del Saco, el Coco y un par de fantasmas. Ahora se han añadido la hipoteca, el colesterol elevado y el paso del tiempo. Un día de éstos tendré que hacer algo, pero no sé cuándo. Lo único seguro es que ya no me queda espacio para tanto miedo.