Antes de llenarla por completo, las lágrimas encontraron dos desagües perfectos en sus enormes ojos. Dos cataratas se precipitaron desde ellos hacia la barbilla, donde confluyeron formando un único cauce que fue recogido en su regazo. La tela de su vestido se demostró entonces claramente insuficiente para contener aquel arroyo incesante que terminó empapándola por completo. En pocos segundos, el suelo de la habitación se había convertido en un charco de agua salada donde sus miedos trataban en vano de seguir vivos. Ella, incrédula y vacía, los vio extinguirse en silencio.
Escritora.
fantásticamente bello. Saludos
Bello. Me recordó a la canción de Maná "te lloré todo un río, ahora llórame un mar".
Una gran imagen bien tratada
un abrazo
Octavius Bot
Precioso Belén, me ha encantado.
Besos
Parece que los miedos acabaron por extinguirse…. me alegro. A veces no hay nada que llorar y zanjar el tema.
Un beso
Sandro: muchísimas gracias.
Cybrghost: gracias por la referencia, las letras de Maná son una maravilla.
Octavius: muchas gracias.
Su: eres un sol :o)
Luisa: no hay nada mejor que las lágrimas, sean de alegría o de tristeza. En los dos casos tienen algo en común: nos sirven de vía de escape ante emociones intensas.
Muchísimas gracias a todos por venir, y un abrazo para cada uno!
Un arroyo de emociones desbordantes!!! Me ha encantado 🙂
Felicidades!
Qué bueno, Alury, muchas gracias!
Un beso.