Dosinda ya no siente hambre, ya no siente sed: solo siente amor. Se le agarra a las vísceras y le invade el cuerpo, la mente y hasta el espíritu. Las horas pasan lentas mientras ella deambula por la casa hasta que sus pies deciden pararse en seco y su memoria se revela incapaz de analizar hacia dónde iba, en busca de qué objeto entró en la habitación o por qué motivo salió de la cocina. Por eso ha empezado a fijar carteles en la vivienda. “Él no volverá” dice el de la entrada. “Límpiate los besos” le recuerda el del espejo. “Algún día volverán a abrazarte” le promete el del dormitorio.
Escritora.
Buen texto. Inspira ternura y pena a partes igual.
Saludos y saludes!
Muchas gracias!
Un abrazo.
Dosinda no es la única que tira de cartelería para recordarse cosas imprescindibles.
https://cafedelbuho.blogspot.com.es/2010/06/de-alguna-manera.html
Ya veo! :O)