Cada vez que llega a un lugar nuevo, le parece reconocer en los rostros de los extraños los rasgos de alguna persona conocida. De repente, cree haber visto a un vecino en el metro, a una amiga mirando un escaparate o a un familiar lejano dando un paseo, pero siempre hay un detalle que le hace darse cuenta de su error. Y es que basta una mínima diferencia para romper el hechizo. Sin embargo, durante unos segundos aquella persona totalmente desconocida se convierte en alguien cercano, capaz de hacerle sentir más cómodo en un sitio nuevo. Cada vez que le pasa, no puede evitar sonreír pensando que a todo el mundo le ocurrirá algo parecido, y le divierte imaginar cuántos dobles de él mismo estarán aligerando la soledad de alguien en ese preciso instante, en lugares en los que tal vez nunca ha estado.
Escritora.