Ella

   Aquel día todos llegaron tarde: una joven que se enfrentaba a un abominable examen de Química; un hombre que esperaba convencer a su médico de que esta vez sí tenía algo importante; una mujer que esperaba constantemente algo que no llegaba y que tampoco sabía exactamente qué era; unos antiguos amantes ávidos de rincones diferentes… Todos vieron cómo el conductor de la guagua se negaba a continuar. Falta alguien, decía, pero sólo él sabía quién era.

Todos los nombres

Nunca la llamó Laura, aunque la nombraba constantemente.
Amor y Tesoro eran los sustantivos que más utilizaba, si bien podían ir precedidos del adjetivo posesivo mi.
Cariño era otro de sus nombres favoritos, y por eso lo intensificaba reduciendo su extensión: Cari, tráeme esto, Cari, tráeme lo otro. En ocasiones especiales, llegando a un minimalismo compartido por ambos, Laura se convertía en K. 
Cuando se sentía un rey, la llamaba Princesa, y cuando se sabía débil, recurría a Vida.
Ella nunca echó de menos escuchar su nombre hasta el día que la llamó Claudia.

Dedicatoria

Tenía que agradecerle tantas cosas, que hubiera necesitado otras doscientas páginas para nombrarlas todas. Después de muchos borradores, decidió enseñarle la que sería la dedicatoria de su primer libro: un sencillo “Para J. L. C. S.“. Detrás de ese pequeño gesto se escondía todo lo que quería expresarle, y aún le sobraban tres letras.

Microrrelato escrito para el proyecto Escríbeme una ilustración, de la ilustradora Clara Varela.

Juntos

Él le tenía miedo al mar, a las alturas y a la monotonía. A mí me daba pánico el compromiso, las arañas y quedarme encerrada en un ascensor. El día que me dijo que cualquier cosa le parecía posible a mi lado, fuimos a la playa por primera vez. Allí, mientras lo fotografiaba tan cerca de las olas, me atreví a gritarle con todas mis fuerzas: sí quiero. 
Microrrelato escrito para acompañar a la fotografía Playa, de Gustavo Serrano, en una exposición que tuvo lugar en el bar Hedoné (Ávila).

Trampas

Empezó criticándole su forma de vestir, pero ella no le dio importancia. Pensó que sólo eran celos, como cuando la dejaba en ridículo delante de sus amigos para sentirse el centro de atención. “Hombres“, pensaba ella, “son todos iguales“. Tardó en darse cuenta de su error, porque era difícil descubrir el engaño. Él nunca le levantó la mano, ni le gritó. Su cuerpo intacto escondía una autoestima apaleada que moría día a día sin que nadie se diera cuenta.

Microrrelato escrito con motivo del acto contra la violencia de género que se celebrará en Los Llanos de Aridane (La Palma) el día 20 de noviembre de 2010.

Fotografía de Saray Rojas.

Silencio

Ya no se escuchan las risas que hasta hace un momento se mezclaban, creando un alboroto compartido entre dos. Las palabras, tomando ejemplo, también abandonaron el dormitorio discretamente. Fuera, en las calles, la vida continúa bulliciosa, pero dentro se ha creado un vacío. El tacto los ha embaucado: desplazando a los demás sentidos, les ha hecho creer a ambos que no existe nada más allá del horizonte de sus cuerpos.

Microrrelato publicado en La Esfera.